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domingo, 8 de mayo de 2016


Unas Rías con mucha historia

Los asombrosos procesos a lo largo de millones de años que llevaron a la formación de las Rías Baixas, y como el clima y la meteorología incide en las especiales características y en su importante producción biológica

Nadie podría imaginar hoy en día las costas gallegas sin ese característico perfil que conforman las Rías. Si bien la leyenda popular dice que fue la mano de Dios, al apoyarse en la costa gallega tras crear la Tierra, la que conformó el peculiar dibujo, los científicos tienen su propia explicación, no por ello menos apasionante, de una peculiar suma de acontecimientos a lo largo de la formación del planeta que acabaron por dibujar nuestro maravilloso (y rico) paisaje.

Y es que las Rías, tal y como la conocemos, es un fenómeno no demasiado común en las costas del planeta, si bien no exclusivo de Galicia: Algunas regiones de China, Irlanda, o la Bretaña francesa, también cuentan con Rías.

 Una Ría es un valle de río, de profundidad moderada, que ha sido inundado por el mar. Eso le da unas características muy especiales: El agua no es tan salada como el mar abierto, ni completamente dulce. Esa profundidad moderada hace también que la luz del sol esté relativamente cerca de los nutrientes, que se encuentran en el fondo. Luz y nutrientes es lo que necesitan las plantas marinas para crecer y multiplicarse, permitiendo a su vez que los peces, moluscos, crustáceos, etc. puedan proliferar.
El mejor ejemplo de este equilibrio son sin duda las Rías Baixas: Sus proporciones de anchura y profundidad son prácticamente las ideales. No en vano, para muchos investigadores, las Rías Baixas son el ecosistema marino más productivo del mundo.

Rías Baixas (Galicia)
Mapa Rías Baixas (Galicia)


¿Y por qué caprichos de la Naturaleza estamos a día de hoy disfrutando de este pequeño milagro?




Para empezar, debemos viajar en el tiempo, muy, muy atrás. Tanto como unos 550 – 600 millones de años. Una buena manera de darse cuenta de lo atrás que necesitamos movernos es que ni siquiera existían los dinosaurios. Si pudiésemos ver nuestro planeta en esos momentos, nos sorprendería encontrarnos una Tierra muy diferente a como la vemos actualmente: Nos encontraríamos toda la Tierra emergida en forma de dos “supercontinentes” rodeados por un vasto océano. Solamente podríamos ver algunos pequeños fragmentos a modo de pequeñas islas entre esas enormes masas de tierra. La hipótesis más aceptada es que uno de esos pequeños fragmentos, llamado Armórica, llegó a colisionar con lo que sería la Península Ibérica, incrustándose y formando parte de ella. Esto ocurrió hace “solo” unos 300 – 350 millones de años (todavía siguen sin aparecer los dinosaurios en nuestro planeta) Esa pequeña isla sería, pues, el origen de Galicia. A día de hoy, los geólogos pueden encontrar pistas de este brutal impacto en unas formaciones rocosas denominadas “ollo de sapo”, presentes como una banda que cruza aproximadamente desde el Norte de la provincia de A Coruña hasta la zona de Valdeorras.

Deberíamos aclarar como es posible que las masas de tierra se desplacen: Podríamos imaginarnos que se deslizan sobre la parte interna del planeta, que está en un estado semilíquido, fruto de las enormes presiones y temperaturas que reinan en el interior, un poco al modo que lo harían las placas de pasta de una lasaña sobre la salsa. El ejemplo es especialmente útil, porque además la corteza terrestre (así se denomina a la parte más superficial y sólida de la estructura terrestre) está “rota” en placas que se mueven independientemente, alejándose o acercándose entre ellas.
Estos movimientos de la corteza se producen casi desde el origen de la Tierra, dando como resultado tanto momentos de supercontinentes que agrupan toda la corteza emergida como intervalos de fragmentos de tierra separados, a modo de ciclo. De hecho, aún continúan a día de hoy, aunque su velocidad es tan lenta que resulta inapreciable, salvo que pensemos en períodos de tiempo de millones de años. Son los responsables de los terremotos que en ocasiones asolan ciertas regiones, y en cierto modo de los volcanes.
Tenemos ya Galicia firmemente anclada a la Península ibérica, pero aún no hay rastro de las Rías. 

¿Qué ocurrió a continuación entonces?

El segundo acontecimiento importante en nuestra historia tiene lugar  hace unos 30-50 millones de años, aunque otros procesos menores habían preparado esta situación: Se denomina Orogenia Alpina Tardía y vuelve a ser el resultado de los movimientos de la corteza terrestre.
Lo que sucede es que, fruto del movimiento relativo entre lo que hoy en día son África y Europa, se producen unas enormes fuerzas de compresión. Para entendernos, África y  Europa “chocan”. Los resultados más evidentes de esta colisión están aún hoy en día a vista de todos: Son los Alpes y los Pirineos, además de otras cadenas montañosas menores.
En Galicia, los efectos de este impacto no son tan vistosos, pero ocurre un fenómeno clave para seguir avanzando en el proceso de aparición de las Rías: se producen unas grietas, técnicamente conocidas como fallas o fracturas, que se forman en donde aparecerán las Rías.

Sistema de fallas formadas por la Orogenia Alpina Tardía
Sistema de fallas formadas por la Orogenia Alpina Tardía, que marcarán la localización de las futuras Rías Gallegas
(hace unos 30 millones de años)

Esto es así porque esas fracturas son zonas de gran debilidad comparadas con el resto del terreno, por lo que son ideales para que sean los caminos que seguirán los ríos en su viaje hacia el mar.
La Naturaleza es lenta en sus procesos, pero muy persistente. Los ríos comienzan a hacer su trabajo de erosión del terreno, profundizando su camino y creando valles fluviales. Pero no solo erosionando el fondo, al igual que los muros de arena que los niños construyen en la playa para luchar inútilmente contra la marea, el discurrir de los ríos en estas débiles zonas provoca grandes desmoronamientos de terreno, lo que contribuye a agrandar el valle. Sólo algunas porciones de terreno permanecen estables, a modo de elevaciones. No conviene olvidarlas, porque posteriormente serán las Islas Cíes, Ons, Arousa...

Recapitulando, ya tenemos unos valles de río que siguen el dibujo de las Rías tal y como las conocemos pero...

 ¿Qué sucedió después para que esos valles fuesen inundados por el mar, dando como resultado las Rías tal y como las conocemos?

Necesitamos introducir un concepto nuevo, que en nuestros días no nos resulta demasiado extraño: El nivel del mar puede variar a lo largo del tiempo.
El cambio del nivel del mar del que se habla actualmente se debe sobre todo al efecto de la actividad humana, que parece probado que aumenta la temperatura del planeta, derritiendo el hielo de los polos, lo que hace que aumente la cantidad de agua líquida en los océanos y obviamente, que el nivel de éstos aumente.
Lo cierto es que de un modo completamente natural, sin que sepa demasiado bien la razón, la Tierra alterna épocas de condiciones muy frías, que se denominan glaciaciones, con otras en las que la temperatura media del planeta aumenta ostensiblemente.
Estos episodios suceden en los últimos 2 millones de años (lo cual es muy poco tiempo comparado con los 600 millones de años de los que hablábamos en el comienzo de nuestro viaje) y de un modo relativamente brusco. Por supuesto, en los períodos fríos los casquetes polares ganan terreno, por lo que el agua líquida disponible en los océanos es menor y asistimos a una bajada del nivel del mar. Estos momentos se denominan de “regresión”.
Por el contrario, cuando el clima se torna más cálido, esos casquetes se funden parcialmente, y el nivel del mar sube. Hablamos entonces de una “transgresión”.
En estos últimos 2 millones de años ha habido alrededor de 10 ciclos de regresión-transgresión, y es muy importante destacar que las variaciones del nivel del mar de las que hablamos no son solo de unas decenas de centímetros, que son las esperadas por el efecto humano en el cambio climático, sino que hablamos de amplitudes de más de 500 metros entre los periodos extremos de regresión y trangresión.

Durante los períodos de regresión, con nivel del mar bajo, los ríos disponen de tiempo y espacio para desarrollar sus valles, como comentábamos anteriormente.
Pero hace aproximadamente unos 15000 años, ocurre la última gran transgresión, que se denomina transgresión Holocena. Fruto de ella, el océano sube su nivel, inundando completamente los valles de los ríos.
La suma de acontecimientos, ordenados correctamente y sucediéndose en los intervalos de tiempo necesarios, han dado como resultado finalmente las Rías Baixas, así como el resto de Rías gallegas.

Resulta asombroso constatar como apenas una pequeña variación en este proceso o en la duración en el tiempo puede afectar al resultado final. Un ejemplo son por un lado los ríos de la zona del Cantábrico: Al no verse afectados por fracturas o fallas durante la Orogenia Alpina Tardía, no tuvieron tanta facilidad para excavar valles tan desarrollados como los de los ríos gallegos, así que durante la transgresión se inundaron apenas en su desembocadura, sin crear grandes Rías.
Otro serían los fiordos noruegos: Tienen muchas similitudes con las Rías, pero su origen no es un valle fluvial, sino valles glaciares. El río de hielo que es un glaciar resulta mucho más erosivo con el terreno, de manera que excava más profundamente si se le concede el tiempo necesario. El resultado es que un fiordo tiene una profundidad mucho mayor en proporción a su anchura, así que los nutrientes del fondo están muy alejados de la luz solar. Como resultado, son muchísimo menos ricos en vida que nuestras Rías.

Ria de Vigo (forma parte de las Rías Baixas en Galicia)
Ría de Vigo, forma parte de las Rías Baixas en Galicia


Así pues, cada vez que nos asomemos desde el Hotel Bahía de Vigo a contemplar la serena belleza de la Ría, podemos imaginar como una pequeña masa de tierra se incrustó en la Península Ibérica, para luego ser marcada con unas cicatrices en forma de fallas que sirvieron de senda para el discurrir de valles fluviales, que hace apenas 15000 años, un suspiro en la vida de nuestro Planeta, fueron inundados  por el océano, avanzando como en una marea de proporciones gigantescas, pero con la suficiente delicadeza para regalarnos las Cíes y San Simón, creando con la precisión de un relojero el lugar ideal para toda la riqueza natural que puebla la Ría, así como su paisaje único.


Islas Cíes, en la Ría de Vigo (Galicia)
Islas Cíes, en la Ría de Vigo (Galicia)



Isla de San Simón, en la Ría de Vigo (Galicia)
Isla de San Simón, en la Ría de Vigo (Galicia)


Y con esta historia, casi con aroma a leyenda, tendremos una razón más para decir que esta es una tierra en la que todo parece suceder de una manera un tanto mágica.

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Gracias




1 comentario:

  1. Una Ría es un valle de río, de profundidad moderada, que ha sido inundado por el mar. Eso le da unas características muy especiales: El agua no es tan salada como el mar abierto, ni completamente dulce. Esa profundidad moderada hace también que la luz del sol esté relativamente cerca de los nutrientes, que se encuentran en el fondo. Luz y nutrientes es lo que necesitan las plantas marinas para crecer y multiplicarse, permitiendo a su vez que los peces, moluscos, crustáceos, etc. puedan proliferar.Info adicional y el mejor ejemplo de este equilibrio son sin duda las Rías Baixas

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